domingo, 10 de enero de 2010

Autómatas en China y Japón

La cultura asiática, especialmente China y Japón, ha tenido una gran tradición de autómatas que se ha mantenido desde tiempos muy antiguos hasta la actualidad. Ya en el año 2000 a. C. se cuentan leyendas chinas sobre autómatas. Como la creada por el hijo del rey Tach`uan, hecho de madera, y tan semejante al hombre que confundían a todos los que lo veían, hasta que descubren su naturaleza y es destruido. En tiempos más cercanos se habla de varios emperadores chinos que, curiosos por estos inventos, apoyaron la creación de todo tipo de autómatas, desde los que poseían forma animal (pájaros, caballos, gatos, monos etc.) hasta otros con forma humana y que andaban, bailan o tocaban instrumentos.

En el Japón de los siglos XVIII y XIX los autómatas consiguieron un alto grado de importancia y complejidad. Se les llamaba “karakuri”, que se podría traducir como “aparatos mecánicos para producir la sorpresa en una persona” y distingüían tres tipos de figuras: las “Butai Karakuri” que se usaban en el teatro, las “Zashiki Karakuri” más pequeñas y con las que se jugaba en las habitaciones y las “Dashi Karakuri” que se utilizaban en las festividades religiosas. Su mayor tarea era la representación de mitos y leyendas tradicionales aunque existían de todo tipo como algunos que servían el te o lanzaban flechas con un arco. Ya entrados en el siglo XX y XXI vemos como la tradición del karakuri se mantiene en los modernos robots japoneses, con la creación de complejísimos robots antropomorfos como ASIMO, QRIO o Repliee Q1 o mascotas robóticas como Aibo, descendiente directo de los autómatas animales de siglos pasados.

Dedicado a los automatas y al mundo que los rodea

El mundo de los autómatas es tan amplio como su definición. "Nos permitimos como última definición llamar autómatas a ciertas construcciones que no tienen lo que llamamos un alma, y no gozan del poder de moverse por si mismas y como organismo artificial, de modo fetichista y controlable no padecer ni la enfermedad ni la muerte."